Cómo esta apunto de cambiar el derecho privado?

ARNAU SALAT│09/01/2023

Las nuevas prácticas traídas por los avances tecnológicos actuales ya están cambiando la forma en que se va a ver el Derecho privado en los próximos años. Nuestra forma de entender el Derecho civil está a punto de cambiar radicalmente, la única pregunta es cuánto tardará.

Mientras llegan las nuevas tecnologías, el ordenamiento jurídico europeo y los respectivos códigos de los Estados miembros se actualizan para permitir a los tribunales de justicia responder a las últimas controversias jurídicas derivadas de la tecnología. Esto es, sin embargo, algo lógico, nada que no se supiera ya. La práctica de la justicia siempre ha evolucionado de la mano de los cambios sociales, pero lo que está por venir es una disrupción total de las prácticas jurídicas establecidas.

El sistema judicial no será totalmente sustituido por máquinas como difunden algunos teóricos de la conspiración, al menos no a corto plazo. Mientras tanto, no cabe duda de que lo que se reconoce globalmente como legal tech tendrá mucho que decir en la forma en que los profesionales del Derecho desarrollen sus tareas. La irrupción de nuevas soluciones técnicas va a mejorar los lentos procedimientos judiciales de la práctica diaria. No obstante, la idea de este artículo no era profundizar en cómo la tecnología jurídica va a contribuir a deshacerse de las tareas más monótonas de los bufetes de abogados, sino centrarse en el derecho tecnológico (el cuerpo legal que regula el uso de la tecnología).

A parte de los cambios sustanciales mencionados, la autoprotección jurídica se convertirá en el próximo producto de la generalización de la tecnología. Web3 pronto traerá la oportunidad de programar contratos inteligentes con resoluciones outexecuting de las controversias contractuales eventuales.

Aun así, esta tendencia emergente, que podría descargar al sistema de justicia estatal, no lo sustituirá por completo. Los tribunales tradicionales tendrían la última palabra cuando se les exigiera cubrir aquellos puntos negros, que la tecnología aún no puede solucionar. Por ejemplo, los tribunales tradicionales tendrían que intervenir para resolver las obligaciones contractuales derivadas del principio de buena fe en caso de que fueran esenciales para encontrar una solución legal de acuerdo con las legislaciones respectivas.

Suena muy bien, ¿verdad? Sin embargo, ¿serían ejecutables los contratos inteligentes? Aunque el derecho ha sido una de las prácticas más inmutables y su colisión con la tecnología ya está aumentando la aprehensión de los practicantes tradicionales, la adopción de los contratos inteligentes no es más que un nuevo formato contractual, que en la mayoría de los sistemas jurídicos el formato contractual es normalmente aceptado para ser libremente elegido. Por tanto, la base de su regulación ya está asentada desde hace años, sólo falta completarla.

Otra cosa importante a tener en cuenta es que se necesitarían nuevos profesionales. Las partes tendrían que confiar en un experto técnico para plasmar en código el acuerdo de las partes o para entender a qué van a dar su consentimiento. Y aquí es cuando surge el problema. Las personas que no son abogados suelen ser capaces incluso de entender acuerdos simples y breves. Pero un no-programador estaría totalmente perdido para entender incluso el contrato inteligente más básico.

Así que, en consecuencia, mientras este nuevo actor no pudiera ser sustituido por la IA, tendría que surgir una nueva profesión liberal, o mejor dicho, una nueva especialización de alta tecnología en abogacía. Además, a este profesional técnico se le debería otorgar más autoridad que a un abogado tradicional, por la razón de que se convertirían en gobernantes en el momento que se diga.

No obstante, es obvio que aún queda mucho camino por recorrer, merece la pena explorarlo. Imagínense cuántas personas tendrían entonces acceso a la justicia. Aunque la mayoría de nosotros lo damos por garantizado, sólo el 33% de los estadounidenses que experimentaron un problema legal en los últimos dos años pudieron acceder a ayuda. Si nos ceñimos a estas cifras, puede que nos ayuden a considerar si se están haciendo suficientes esfuerzos para resolver este silenciado problema global.

Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator

Cómo esta apunto de cambiar el derecho privado?

ARNAU SALAT│09/01/2023

Las nuevas prácticas traídas por los avances tecnológicos actuales ya están cambiando la forma en que se va a ver el Derecho privado en los próximos años. Nuestra forma de entender el Derecho civil está a punto de cambiar radicalmente, la única pregunta es cuánto tardará.

Mientras llegan las nuevas tecnologías, el ordenamiento jurídico europeo y los respectivos códigos de los Estados miembros se actualizan para permitir a los tribunales de justicia responder a las últimas controversias jurídicas derivadas de la tecnología. Esto es, sin embargo, algo lógico, nada que no se supiera ya. La práctica de la justicia siempre ha evolucionado de la mano de los cambios sociales, pero lo que está por venir es una disrupción total de las prácticas jurídicas establecidas.

El sistema judicial no será totalmente sustituido por máquinas como difunden algunos teóricos de la conspiración, al menos no a corto plazo. Mientras tanto, no cabe duda de que lo que se reconoce globalmente como legal tech tendrá mucho que decir en la forma en que los profesionales del Derecho desarrollen sus tareas. La irrupción de nuevas soluciones técnicas va a mejorar los lentos procedimientos judiciales de la práctica diaria. No obstante, la idea de este artículo no era profundizar en cómo la tecnología jurídica va a contribuir a deshacerse de las tareas más monótonas de los bufetes de abogados, sino centrarse en el derecho tecnológico (el cuerpo legal que regula el uso de la tecnología).

A parte de los cambios sustanciales mencionados, la autoprotección jurídica se convertirá en el próximo producto de la generalización de la tecnología. Web3 pronto traerá la oportunidad de programar contratos inteligentes con resoluciones outexecuting de las controversias contractuales eventuales.

Aun así, esta tendencia emergente, que podría descargar al sistema de justicia estatal, no lo sustituirá por completo. Los tribunales tradicionales tendrían la última palabra cuando se les exigiera cubrir aquellos puntos negros, que la tecnología aún no puede solucionar. Por ejemplo, los tribunales tradicionales tendrían que intervenir para resolver las obligaciones contractuales derivadas del principio de buena fe en caso de que fueran esenciales para encontrar una solución legal de acuerdo con las legislaciones respectivas.

Suena muy bien, ¿verdad? Sin embargo, ¿serían ejecutables los contratos inteligentes? Aunque el derecho ha sido una de las prácticas más inmutables y su colisión con la tecnología ya está aumentando la aprehensión de los practicantes tradicionales, la adopción de los contratos inteligentes no es más que un nuevo formato contractual, que en la mayoría de los sistemas jurídicos el formato contractual es normalmente aceptado para ser libremente elegido. Por tanto, la base de su regulación ya está asentada desde hace años, sólo falta completarla.

Otra cosa importante a tener en cuenta es que se necesitarían nuevos profesionales. Las partes tendrían que confiar en un experto técnico para plasmar en código el acuerdo de las partes o para entender a qué van a dar su consentimiento. Y aquí es cuando surge el problema. Las personas que no son abogados suelen ser capaces incluso de entender acuerdos simples y breves. Pero un no-programador estaría totalmente perdido para entender incluso el contrato inteligente más básico.

Así que, en consecuencia, mientras este nuevo actor no pudiera ser sustituido por la IA, tendría que surgir una nueva profesión liberal, o mejor dicho, una nueva especialización de alta tecnología en abogacía. Además, a este profesional técnico se le debería otorgar más autoridad que a un abogado tradicional, por la razón de que se convertirían en gobernantes en el momento que se diga.

No obstante, es obvio que aún queda mucho camino por recorrer, merece la pena explorarlo. Imagínense cuántas personas tendrían entonces acceso a la justicia. Aunque la mayoría de nosotros lo damos por garantizado, sólo el 33% de los estadounidenses que experimentaron un problema legal en los últimos dos años pudieron acceder a ayuda. Si nos ceñimos a estas cifras, puede que nos ayuden a considerar si se están haciendo suficientes esfuerzos para resolver este silenciado problema global.

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